domingo, 17 de octubre de 2010

Cuando papá y mamá ya no lo saben todo

No sé exactamente cuándo me ocurrió, pero llega un momento en el que todo niño descubre que sus padres no lo saben todo, un minuto en el que la magia infantil se esfuma porque uno cae en la cuenta de que no vive, como en los tebeos, con un héroe o una heroína capaz de solucionar cada problema que aparezca en su camino. A partir de ese día ya no pueden (ni deben) protegerte de todo En ese instante, dejan de ser los creadores de tu mundo para convertirse “sólo” en un hombre y una mujer que, en consecuencia, se pueden equivocar tantas veces como tú. Sí, es entonces cuando ya no los encuentras tan altos o cuando su mano ya no parece tan grande porque no puede cubrir la tuya por completo… Eso también forma parte de hacerse mayor, para ellos y para ti. Pero también es, en ese mes y ese año que nadie recuerda, cuando los hijos comenzamos un viaje que puede volvernos aún más gilipollas… ¿Cómo es posible? Porque muchos empezamos a olvidar que gran parte de lo que sabemos lo aprendimos de ellos y creemos que ahora somos nosotros, que tenemos pelos en la barba desde hace cuatro días, quienes podemos darles lecciones. Deberíamos tener una cosa clara: la gente mayor no es tonta, sólo tiene más años que uno. Pero ¡nos gusta demasiado dar órdenes y decir a los demás lo que han de hacer! Todo lo escrito me hace pensar que quizá, dentro de no mucho tiempo, uno mismo se convierta en el “héroe” que enseñe a vivir -si es que eso es posible- a uno de esos locos bajitos.

martes, 5 de octubre de 2010

Hablemos de sentimientos

Tengo la sensación de que siempre me planteo preguntas absurdas, la de hoy es la siguiente: ¿tenemos miedo de pronunciar (o escribir) ciertas palabras? No cualquier palabra, me refiero a aquellas que tienen que ver con lo que sentimos. Alguien me decía el otro día que carecemos de la más mínima formación sentimental; nadie nos enseña a querer o a dejar de hacerlo. Ni siquiera sé si es posible dejar de amar… ¿Se le puede poner fin a ese sentimiento concreto o, simplemente, aprendemos a ignorarlo? Quizá sólo seamos capaces de cambiarlo de sitio, de hacerlo vivir –o revivir- en otra persona…
La verdad es que este texto no lleva a ninguna parte, pero ¿qué podemos hacer cuando alguien que nos quiere, sin darse cuenta, nos hace daño? Cómo decirle: “no lo sabes, pero me estás arruinando la vida", o al menos una parte de ella. Tal vez la única solución pase por salir corriendo, olvidarse de todo y de todos y empezar a VIVIR muy lejos; para eso, creo, hay que ser valiente. Yo no lo soy.

viernes, 1 de octubre de 2010

Ya no les cree ni Dios

En tiempos de crisis, ¿a quién no le sobran 3 milloncetes? El portavoz de la Conferencia Episcopal Española, Juan Antonio Martínez Camino, se ha referido, por fin, a las críticas sobre el coste que tendrá la próxima visita del Papa Benedicto XVI a nuestro país. Martínez cree que el gasto será, ojo al lenguaje empleado, “el chocolate del loro” en comparación con los beneficios espirituales y económicos que supondrá la presencia del pontífice en Santiago de Compostela y Barcelona. Si tenemos en cuenta que, según ha informado la Xunta de Galicia, se emplearán tres millones de euros para sufragar los gastos que generen las ocho horas que el Papa pasará en la ciudad, juzguen ustedes mismos. Camino ha añadido que cualquier desplazamiento del Papa “supone un negocio tanto en términos espirituales como económicos. Y los dos aspectos van juntos, gracias a Dios”. La espiritualidad vista como un negocio… por fin hablan claro… Ay, ¡que les hemos visto el plumero! Qué se puede esperar de alguien que considera que los abusos sexuales resultan “comprensibles”; que pueden suceder alguna vez porque “todos somos pecadores. No, Juan Antonio, no. Unos pecan más que otros y, lo que es peor, pretenden dar lecciones de moral a los demás. Esos pecadores a los que se refiere son, simple y llanamente, delincuentes y como tales deberían responder. En esto, como en tantas otras cosas, la Iglesia hace gala de una falta de firmeza y decencia que resulta repugnante. Y no sigo porque me enciendo…