martes, 14 de mayo de 2013

Tic tac



Tic, tic, … tac. Aquel reloj no funcionaba como se suponía que debía hacerlo. Hacía años que había perdido una de sus manillas, la mayor, la que, para muchos, era la más importante y, sin embargo, seguía en marcha. Cierto es que tenía más cachivaches como aquel (y en mejor estado) pero, poco a poco, decidió no mirarlos. No le interesaban. Su achacoso despertador sólo era capaz de marcar los minutos y los segundos así que, en cierto modo, no existían las horas. Así podía ser la que a él le diese la gana.
Con el tiempo aprendió a disfrutar de su tiempo.
Hay quien dirá que aquel reloj estaba roto pero ¿y si eran los demás los que no funcionaban bien, los que iban demasiado rápido? ¿Cuántas personas podían decirse dueñas de un reloj que “regala” horas?

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